George Escamilla
Una traducción al español está disponible a continuación.
George Escamilla, 67, may have lost physical health in his later years, but his importance to his family never wavered. The Louisiana resident played a formative role in his children’s and grandchildren’s lives. His two sons are George Escamilla, Jr., who lives nearby in Louisiana, and Michael Escamilla, who lives in Austin, Texas. Frida Escamilla, George Jr.’s daughter, recounts, “[My grandpa] has always been in my life since we were little. While he was in prison, he always gave me a lot of life lessons. He always made sure that I knew that school was a number one priority. He wanted me to graduate college, which I am in the process of.” Beyond his mentorship, George was also incredibly thoughtful of others. “He was a caring man. He was very selfless,” says Frida. “He had a pure heart, and he was looking forward to coming out to be with his family.”
Having lost both of his legs to diabetes complications, George was bound to a wheelchair while he was incarcerated. The resulting difficulty of accomplishing daily tasks led him to apply for compassionate release from Federal Correctional Institution Oakdale in 2019. He wrote in his application, “Self care is extremely difficult for me and I am confined to my wheelchair 100% of my waking hours.” His argument was not compelling enough for the presiding judge, who denied his request.
Then came COVID-19, and it was no secret that George was particularly vulnerable to the virus. George was lucky that the process for his release began early, since other incarcerated people have found such efforts elusive. His release on home confinement was approved on March 18, with Michael’s home in Texas confirmed as his authorized destination for May 6, his release date. On April 3, U.S. Attorney General William Barr issued a memo urging the immediate transfer of “suitable candidates for home confinement” at Oakdale, given the facility’s severe coronavirus outbreak.
Despite all of these procedural feats, nothing happened. George was supposed to be released on home confinement on May 6; instead, he died while still incarcerated on May 8. He was admitted to a hospital on April 15 for respiratory failure, and he was put on a ventilator two weeks later. Only then did the hospital contact George’s family, although, as George Jr. recounts to The Lens, “They told us, ‘He is stable. He’s fighting. All of his organs are fine. The liver, the kidney, the heart, everything’s fine.’” In reality, George’s condition was not fine, and George Jr. watched through a window as he died in the hospital on May 8.
Both sons blame Oakdale for their father’s death. Michael says, “I would like for you to put in bold letters that we do hold the prison responsible for this.”
Indeed they should; this outcome was wholly preventable, and the prison even took multiple steps towards securing George’s release. Our anger and our sense of injustice contribute to our grieving. We mourn the life of George Escamilla, tragically ended but beautifully lived.
This memorial was written by MOL team member Eliza Kravitz with information from correspondence with Frida Escamilla and reporting by Nicholas Chrastil of The Lens of New Orleans.
George Escamilla
Aunque George Escamilla (67) haya perdido su salud físico, su importancia a su familia nunca cambió. El residente de Louisiana tenía una parte formativa en las vidas de sus hijos y nietos. Sus dos hijos son George Escamilla Jr., que vive cerca en Louisiana, y Michael Escamilla, que vive en Austin, Texas. Frida Escamilla, la hija de George Jr. dijo, “[Mi abuelo] siempre ha estado en mi vida, ya que era chiquita. Cuando estaba en el cárcel siempre me dio muchas lecciones de vida. Siempre aseguraba que yo sabía que la escuela era la prioridad número uno. El quería que yo me gradué de la universidad, y eso es lo que estoy en el proceso de hacer ahora.” Además de ser un mentor, George también era muy pensativo hacia los demás. “Era un hombre atento. No era egoísta,” Dice Frida. “Tenía un corazón puro, y siempre esperaba con feliz salir del cárcel y estar con su familia.”
Habiendo perdido sus dos piernas debido a complicaciones de su diabetes, George estaba en una silla de ruedas cuando estaba encarcelado. Su dificultad con hacer tareas diarias lo llevó a solicitar la liberación compasiva de la Federal Correctional Institution Oakdale en 2019. Escribió en su solicitud: “El cuidado personal es muy difícil para mí y estoy confinado en mi silla de ruedas todo el tiempo que estoy despierto." Su argumento no fue para convencer el juez, quien negó su solicitud.
Luego vino COVID-19, y no era un secreto que George era particularmente vulnerable al virus. George tuvo suerte de que el proceso para su liberación comenzó temprano, porque otras personas encarceladas no han tenido este proceso tan pronto o en absoluto. Su liberación a confinamiento en el hogar fue aprobada el 18 de marzo, con la casa de Michael en Texas confirmada como su destino autorizado para el 6 de mayo, su fecha de liberación. El 3 de abril, el Fiscal General de los Estados Unidos, William Barr, publicó un memorando instando a la transferencia inmediata de "candidatos adecuados para el confinamiento en el hogar" en Oakdale, debido al gran brote de coronavirus en el cárcel.
A pesar de todas las proezas procesales, nada paso. George iba a ser liberado en confinamiento en el hogar el 6 de mayo; en lugar de eso; falleció mientras estaba encarcelado el 8 de mayo. Fue ingresado en un hospital el 15 de abril por insuficiencia respiratoria, y solo cuando le pusieron en un respirador dos semanas después el hospital contactó a la familia de George. George Jr. dijo que el hospital le dijo algo diferente de la verdad, "Nos dijeron: ‘Está estable. Él está luchando. Todos sus órganos están bien. El hígado, el riñón, el corazón, todo está bien." En realidad, la condición de George no estaba bien, y George Jr. observó a través de una ventana cómo murió en el hospital el 8 de mayo.
Los dos hijos culpan al cárcel por la muerte de su padre. Michael dice, “Quiero que tú pones esto en letras en negrita, que nosotros los haremos responsables de eso.”
De hecho ellos deberían; este resultado podría ser completamente prevenible, y el cárcel incluso tomó medidas hacia la liberación de George. Nuestra ira y nuestra sensación de injusticia contribuyen a nuestra pena. Nosotros lloremos la vida de George Escamilla, tragicamente terminado, pero vivido maravillosamente.
Este memorial fue escrito por un miembro de equipo MOL, Eliza Kravitz, con información de correspondencia con Frida Escamilla y de un reportaje por Nicholas Chrastil de The Lens New Orleans. Traducida por Alexandra Contreras-Montesano.