Margarito Garcia-Fragoso
Una traducción al español está disponible a continuación.
“I ask myself: Do our lives matter? Because there has been little done here to prevent the spread of this vicious virus.”
These words were spoken by an inhabitant at the Elkton Federal Correctional Facility located in Ohio to his wife as part of a plea for help shared with The Progresive. They were most likely the same words reverberating in the hearts and minds of all the inhabitants in jails and prisons everywhere, including Margarito Garcia-Fragoso, whose life was suddenly and unexpectedly taken by COVID-19 on April 2, 2020.
Margarito, 65, was born in Mexico on October 17, 1954 to Tiburcio Garcia Sr. and Anatalia Fragoso. In 1974, he came to the United States and became a citizen fourteen years later. Margarito came from a large family that included both parents (his father now deceased), six siblings (one sister deceased) and a host of aunts, uncles, and cousins. He also had a large family of his own with eight children (one daughter deceased) and ten grandchildren. He was a family man full of life and love, who enjoyed traveling and taking family trips to different places.
Margarito was a kind, selfless man, who had a huge heart and was always willing to help those in need. He was a man of strong faith and being a resident at Elkton Federal Correctional Facility did not diminish the caring and nurturing spirit that was such a major part of who Margarito was. In fact, those admirable traits were evidenced every day. It was very important to Margarito to be strong and healthy, both in mind and body; therefore, he exercised on a regular basis and encouraged others to do the same. After his death, some of his co-inhabitants told his daughter, Olivia Garcia, how Margarito would wake them up in the morning time instructing them to do burpees and push-ups. With just one year left before he could return home to his family, it is an ironic tragedy that Margarito, who took his physical and mental health very seriously and exercised every single day, would ultimately lose his life to COVID-19.
The deadly combination of COVID-19; over-crowded, dehumanizing prisons and jails; and a fundamental lack of consideration for those that are vulnerable and more at risk has cost Margarito his life, along with many others. Margarito will forever live on in the hearts of his children, grandchildren, friends, and acquaintances. According to his daughter, Olivia, he was a well-respected man deeply loved by his family. He was a protector, a nurturer, and always made others laugh and feel good. Margarito was affectionately thought of as “Superman” by his children and those who knew him, and like most Superheroes, Margarito was quite the handyman capable of fixing anything and everything. He enjoyed building things, playing billiards, guitar, and accordion and could be heard whistling and humming to himself as he worked. Margarito will be greatly missed by all those whose lives he touched in any way.
Could Margarito’s death have been avoided? There are many, including his daughter, who believe it could have been. Margarito’s death is yet another senseless death at the hands of indifferent, unapologetic people with power, who refuse to acknowledge the corruptions and inhumanity taking place daily within the criminal justice system. When those in power devalue us and continue to fail us in every way, then it is up to the rest of us to take up the fight; to encourage, support, strengthen, and comfort one another. There are so many who claim that “All Lives Matter”; therefore, shouldn’t the lives of those incarcerated matter too? By acknowledging Margarito’s life and accomplishments and telling the stories of all those who are neglected and forgotten, we honor their memories and validate their self-worth and purpose. In the words of Congressman John Lewis, “If not us, then who? If not now, then when?” It is too late for Margarito, but it is not too late to ensure that he did not lose his life for nothing.
“Injustice anywhere is injustice everywhere!” - Martin Luther King, Jr.
He was sentenced to months, but it cost him his life.
A son, a father, a man against strife.
If it was broken, he could fix it, as he hummed a nice song
A man full of compassion helping the weak to become strong
Don’t be sad for Margarito because he’s where he belongs
As a devoted child of God, he is now in His loving arms
He’s not in pain and no longer confined
He’s free at last with peace of mind
“Superman” has “flown” into the bright blue sky
So be happy for him and dry the tears from your eyes
With a smile in your heart know it’s really not a goodbye,
We’ll see him again some day when we too join the Most High.
-Margarito-
He Lived
He Laughed
He Loved to the fullest!
He will be missed.
This memorial was written by MOL team member Stacy Singleton with information from reporting by Marcia Brown of The Progressive and Margarito Garcia Fragoso’s Life Story/Obituary. Transcribed by Frances Keohane.
Margarito Garcia-Fragoso
“Me pregunto: ¿Nuestras vidas importan? Porque se ha hecho poco aquí para prevenir la propagación de este virus vicioso."
Estas palabras las pronunció un habitante del Centro Correccional Federal de Elkton ubicado en Ohio a su esposa como parte de un pedido de ayuda. Estas fueron probablemente las mismas palabras que resonaban en los corazones y las mentes de los habitantes de las cárceles y prisiones en todas partes, incluyendo Margarito García-Fragoso, cuya vida fue repentina e inesperadamente arrebatada por el virus el 2 de abril del 2020.
Margarito, de 65 años, nació en México el 17 de octubre de 1954 de Tiburcio García Sr. y Anatalia Fragoso. A los veinte años vino a los Estados Unidos y se hizo ciudadano en 1988. Margarito provenía de una familia numerosa que incluía a ambos padres (su padre ahora difunto), seis hermanos (una hermana fallecida) y una gran cantidad de tías, tíos. y primos. También tenía una gran familia propia con siete hijos (una hija falleció) y diez nietos. Era un hombre de familia lleno de vida y amor, al que le gustaba viajar y hacer viajes familiares a diferentes lugares.
Margarito era un hombre amable y abnegado, que tenía un gran corazón y siempre estaba dispuesto a ayudar a los necesitados. Él era un hombre de gran fe y ser residente de la Correccional Federal de Elkton no disminuyó el espíritu cariñoso y alentador que era una parte tan importante de lo que era Margarito. De hecho, esos admirables rasgos se evidenciaron todos los días. Para Margarito era muy importante estar fuerte y sano, tanto de mente como de cuerpo; por lo tanto, hizo ejercicio de forma regular y animó a otros a hacer lo mismo. Después de su muerte, algunos de sus cohabitantes le contaron a su hija, Olivia García, cómo Margarito los despertaba por la mañana mandandoles a que hicieran burpees y lagartijas. Con solo un año antes de que pudiera regresar a casa con su familia, es una tragedia irónica que Margarito, quien se tomaba muy en serio su salud física y mental y hacía ejercicio todos los días, finalmente perdiera la vida a causa del COVID-19.
La combinación mortal de COVID-19, prisiones y cárceles superpobladas y deshumanizantes, y una falta fundamental de consideración por aquellos que son vulnerables y en mayor riesgo, le ha costado la vida a Margarito, junto con muchos otros. Margarito vivirá por siempre en el corazón de sus hijos, nietos, amigos y conocidos. Según su hija, Olivia, era un hombre muy respetado y amado profundamente por su familia. Él era un protector, acogedor y siempre hacía reír y sentir bien a los demás. Margarito era cariñosamente considerado como "Superman" por sus hijos y aquellos que lo conocían, y como la mayoría de los superhéroes, Margarito era todo un manitas capaz de arreglar cualquier cosa y todo. Disfrutaba construyendo cosas, jugando al billar, la guitarra y el acordeón y se le podía escuchar silbar y tararear mientras trabajaba. Margarito será muy extrañado por todos aquellos cuyas vidas tocó de alguna manera.
¿Se podría haber evitado la muerte de Margarito? Hay muchos, incluyendo su hija, que creen que podría haber sido evitada. La muerte de Margarito es una muerte más sin sentido a manos de personas indiferentes y sin remordimientos con poder, que se niegan a reconocer la corrupción y la inhumanidad que ocurre a diario dentro del sistema de justicia penal. Cuando los que están en el poder nos devalúan y continúan fallando en todos los sentidos, entonces depende del resto de nosotros emprender la lucha; para animar, apoyar, fortalecer y consolar a los demás.
Hay muchos que afirman que "Todas las vidas importan"; por lo tanto, ¿no deberían importar también las vidas de los encarcelados? Al reconocer la vida y los logros de Margarito y al contar las historias de todos aquellos que son abandonados y olvidados, honramos sus recuerdos y validamos su valor personal y propósito. En las palabras del congresista John Lewis, “Si no somos nosotros, ¿entonces quién? ¿Si no es ahora, entonces cuando?" Es demasiado tarde para Margarito, pero no es demasiado tarde para asegurar que no perdió la vida por nada.
"¡La injusticia en cualquier lugar es injusticia en todas partes!" - Martin Luther King Jr.
Fue sentenciado a meses, pero le costó la vida.
Un hijo, un padre, un hombre contra la discordia.
Si estaba roto, él lo podía arreglar, mientras tarareaba una canción
Un hombre lleno de compasión ayudando a los débiles a fortalecerse
No estés triste por Margarito porque es donde pertenece
Como un devoto hijo de Dios, ahora está en Sus brazos amorosos
Él no tiene dolor y ya no está encarcelado
Él es libre por fin con tranquilidad
"Superman" ha "volado" hacia el brillante cielo azul
Así que sé feliz por él y seca las lágrimas de tus ojos
Con una sonrisa en tu corazón, sabes que realmente no es un adiós
Lo volveremos a ver algún día cuando también nos unamos al Altísimo.
-Margarito-
El vivió
Él rió
¡Él amó al máximo!
Él será extrañado.
Este memorial fue escrito por Stacy Singleton y traducido por Ana Reyes, miembros del equipo de MOL, con información del informe de Marcia Brown de The Progressive y la historia de vida / obituario de Margarito García Fragoso. Transcrito por Frances Keohane.